Que suerte ha tenido Viñaburu y otros de que existan Jesuses, Javieres y Jesusmaris que dediquen tiempo a recordar lo que ellos hicieron. Además, supongo que Viñaburu jamás pensó que su obra trascendería, escribió una asombrosa obra educativa para los mancebos que le rodeaban, pero no pensó en nosotros. Hizo bien lo que tenía que hacer. Eso es lo grande de tantos como él. Por eso es bonito lo que hacemos los que "rescatamos" del olvido a estos verdaderos titanes de la historia, los auténticos motores de la vida del mundo.
Resulta muy fácil morir en una plaza pública y pasar a la historia, lo difícil es hacer surco en la historia para que otros siembren sobre ella.
Gracias Pedro de Viñaburu Poza por ser tan normal.
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